miércoles, 7 de enero de 2015

Pinceladas del miedo

Vicente es operario en un taller de reparación de coches.  No puede evitar mirar,  con cierta expresión de miedo,  hacia la ventana de la oficina desde la que el gerente vigila la actividad de personal.  
El miedo es aquel estado en que los seres vivos nos predisponemos a lidiar contra algún tipo de amenaza: física o emocional.  Real o imaginaria.  Potencial o presente.
Los perros,  cuando se sienten amenazados,  esconden su rabo entre las piernas. Este  acto reflejo lo llevan a cabo para que la cola tape las glandulas que tienen en la zona anal y que segregan un olor característico únicamente perceptible por otros perros o animales dotados de buen agudeza olfativa. Se esconden. 
En el caso del ser humano,  diversas formas de predisponerse hacia una amenaza y que el miedo proporciona serían,  por ejemplo,  y como en el caso de Vicente,  activar el sentido de la atención.  Las fosas nasales se destapan,  facilitando la respiración para una eventual huida.  La glándula suprarrenal genera adrenalina.  Y todo por un miedo latente por las regañinas recibidas por esa o aquella equivocación al reparar esa o aquella avería.
Esos sentidos son los mismos que se despierta a la familia siriana, o palestina  bajo la amenaza de que la siguiente explosión los borre del mundo.
Se puede tener miedo a infinidad de cosas: a la muerte,  la enfermedad agónica,  la soledad,  la pobreza,  a la pérdida de un ser querido,  a la pérdida del trabajo,  al dolor físico,  del alma,  a un nuevo trabajo,  una nueva relación,  al ridículo,  el pánico escénico,  a la guerra,  a que falle Internet y no puedas ponerte en contacto con tu ser querido,  tus amigos,  tu trabajo. Cada tipo de miedo puede ser ponderado,  amplificado,  minimizado...
El ser humano dispone de un mecanismo para callar los miedos.  Se trata del subconsciente.  Aquello que supera a la consciencia pasa a la recamara del cerebro, ausentándose de la realidad, pero no por ello menos presente.  Manifestándose en forma de sensaciones físicas o anímicas que aparecen sin ninguna razón.
Una de las maneras de combatir el miedo es reconvertirlo en respeto. El respeto es una forma menor del miedo menor, cuyo polo opuesto es el terror. El respeto permite mirar al riesgo,  al peligro a la cara, analizar su peligrosidad y prevenirlo.
Estas son unas pincelada sobre el miedo.  Mis pinceladas.

1 comentario:

  1. Veo los miedos como algo normal de nuestra vida. Es normal sufrir miedos en algún ámbito de esta como por ejemplo en las relaciones o en el mundo laboral. Es difícil que nuestra educación haya sido perfecta, como bien dices hay cosas arraigadas en el inconsciente. Además el miedo no es del todo malo, porque te hace estar alerta, prevenido. Nos lleva a la supervivencia en muchas situaciones y con él hemos ido evolucionando.
    Me gusta la parte en la que dices que una de las maneras de combatirlo es reconvertirlo en respeto.
    Un saludo,

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