lunes, 27 de septiembre de 2010

Manolo el preso

Por los aledaños del taller hay una empresa perteneciente a la Generalitat de Catalunya dedicada a la reinserción de presos. Entre ellos está Manolo, probablemente uno de los pocos presos españoles. "Aquí todos son moros, o negros o peruanos. De españoles somos bien pocos", comenta. "Hay que ir con cuidado con los moros; son mala gente".

"Y tú que serás, estando preso?" me pregunto. A Manolo lo encerraron por robar un boligrafo, dice. Un boligrafo Mont-Blanc de 80.000 pts. Y le cayeron 2 años y dos meses, pero esta semana le dan el tercer grado, y ha prometido darle dinero a Dani, para que compre champán y brindar con todo el taller. "La tia esa estaba loca". Y no se si se refería a la fiscal o a la propietaria del Mont-Blanc.

Manolo es un asiduo de nuestra maltrecha máquina del cafe y las pastas. Cuando los presos ociosos ven la puerta de carga y descarga abierta se cuelan para sacarse café y pastas. Bueno, y patatas, y palmeras de chocolate y lo que se les ponga por delante. Si estamos alguno de nosotros piden permiso con una media sonrisa. Al principio da un poco de cosa verlos, pero te acostumbras. Son rostros duros.

Deberían hacer un "Cámera Café" de pequeños talleres, y no de oficinas donde la gente va bien vestida y parece no venirles de unos minutos. En nuestro taller solo nos permitimos (o nos permiten) acceder con cierta tranquilidad a la máquina del café a unos pocos, a los "de oficinas". Pero aún así, cuando baja el jefe, no podemos evitar inquietarnos. Alguno más o menos que otro. Bien, en realidad no somos muchos "de oficinas". Pero los "de taller" están atados más cortos. Aún así se escapan hasta la máquina, a arrearla también unos cates si no suelta la bolsa de patatas. Pronto habrá máquina nueva, dicen....

Pero estaba hablando de Manolo, el preso. Que debe rondar los cincuenta y largos, de apariencia, pero probablemente tenga los cincuenta y poco. A la gente del lumpen, a los que les ha tocado mal asiento en esta vida, la vida los desgasta antes. Pero bueno, su aspecto es de bonachón, a pesar de decir que lo suyo "son las oficinas". Robar oficinas, vamos.

Algunas tardes, cuando vuelvo hacia casa, me hace de urbano, vigilando que no venga ningún coche follao por la avenida y dándome paso cuando el camino está libre. "Qué, a descansar?" me dijo una vez cuando me iba de retirada. "Pues sí, y tu?". Y con el brazo señaló en dirección a la prisión de Quatre Camins, de La Roca. Pero pronto le darán el tercer grado y todos beberemos champán a su salud.

Y que será de Manolo?

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