Resulta que cuando Felix era pequeñito (5 años, aprox.), sus padres le llevaron a Nuria., y en el trayecto del cremallera se acercaron unas monjitas que deambulaban por el ferroviario vehículo. Prendadas de la rubicundez de Felix, se acercaron, y con una cándida y celestial sonrisa dijeron: "Qué guapo" (porque Félix era guapo; listo no mucho, pero guapo si). Eso, dijeron: "Qué guapo, se parece al niño Jesús", a lo que Félix respondió con inocéncia. Esa inocencia que solo tenemos los hijos únicos. Pues Felix respondió: PUTA.
Fin (de la sonrisa de las monjitas). Fin del relato.
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